martes, 14 de diciembre de 2010

"En el punto de mira", de Arthur Miller. Tusquets Editores, 2010. 256 páginas.


Sus editores norteamericanos la rescataron en 1986, con un prólogo del autor, que reproducimos en nuestra edición, y, desde estonces, ya no ha dejado de reimprimirse una y otra vez. Y no es de extrañar. Porque En el punto de mira, que, según el propio Miller, escribió con una «sensación de urgencia» en el mismo año en que terminaba la segunda guerra mundial, ha ido adquiriendo con el tiempo —como suele ocurrir con las grandes obras literarias— un sentido más amplio, premonitorio, admonitorio incluso. Cuando el señor Newman fue perdiendo la visión y se compró unas gafas, sus amigos y conocidos empezaron a tratarlo con reserva y hasta con suspicacia. Y es que, de pronto, el aspecto del señor Newman pasó a ser el de un judío, aunque ni él ni la gente a su alrededor jamás hubieran reparado antes en ello. En la ciudad de Nueva York, en 1945, con el Frente Cristiano en pleno auge, tener semejante aspecto no facilitaba la existencia a nadie. A partir de ese momento, Newman se ve inmerso en una auténtica alucinación, la misma que va apoderándose de los que le rodean. En una sociedad obsesionada por el poder y el éxito, Newman, y la gente como él, los seres anodinos, aislados por el fantasma de su «diferencia», vienen a mostrarnos cómo una comunidad aparentemente civilizada y tolerante puede convertirse de pronto en una turba incontrolada y brutal. Cincuenta años después, ¿seguirán rondándonos los mismos fantasmas, las mismas alucinaciones?

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